Sistemas complejos y caos
Sistemas complejos y caos
Bertalanffy
adelantó una definición y el intento de encontrar una teoría de los sistemas
complejos. De allí en más, se avanzó aceleradamente en el descubrimiento de
comportamientos y leyes de diversos sistemas complejos.
La cuestión
se inicia en los sistemas dinámicos, una rama de las matemáticas que modeliza
el comportamiento de aquellos sistemas que evolucionan con el tiempo.
Rápidamente encuentra que, de los sistemas de ecuaciones diferenciales
parciales surge que muchos de los sistemas no presentan soluciones analíticas
precisas, sino que necesariamente debe recurrirse a métodos de aproximación, o
fuerza bruta, donde las soluciones aparecen como cálculos iterativos a partir
del método de las representaciones y los originales, cuyas técnicas, si bien
poderosas muestran un paso más en nivel de abstracción, porque confluyen en la
transformación de problemas de cálculo en resolución de ecuaciones algebraicas
y, en el nivel siguiente, la transformación de funciones en aplicaciones.
Esto es una
síntesis del camino matemático que lleva al encuentro de que los sistemas
dinámicos, aún los más sencillos, presentan un comportamiento impredecible bajo
determinadas circunstancias, el cual puede analizarse con un cierto grado de
predicción desde un ámbito abstracto, llamado el espacio de configuraciones,
proyección del comportamiento del sistema dinámico en un plano de menos
dimensiones, sumamente abstracto.
Tales
sistemas, modelados por ecuaciones diferenciales matemáticas se denominan
deterministas, pues dadas las soluciones de las ecuaciones diferenciales que
los describen, basta conocer el estado del sistema (o sea, el valor de todas
las variables del mismo) en un instante dado, para poder predecir el
comportamiento del mismo en cualquier momento de tiempo posterior, o anterior
del mismo. De eso se trata el determinismo. El hecho de que tales sistemas
presenten comportamiento caótico para determinadas condiciones (valores, o
entornos de valores, de las variables del sistema) significa que, pese a su
carácter determinista, el comportamiento de ellos se vuelve impredecible en
tales circunstancias. Se ha podido observar que esto no depende de la
complejidad del sistema ni del número de elementos, pues el sistema más
sencillo imaginable, una masa unida al extremo de un resorte oscilando, o un
péndulo, presentan tal comportamiento.
Investigando
las propiedades de tales comportamientos los científicos han identificado
algunas características del caos.
1) Las
trayectorias seguidas, o sea el comportamiento del sistema a partir de
condiciones iniciales muy similares (apenas, tal vez, diferenciadas por el
error en la medición de las variables que definen el estado) divergen
exponencialmente, originando evoluciones totalmente diferentes y, por lo tanto,
vuelven al sistema impredecible. Tales divergencias vienen determinadas por los
exponentes de Lyapunov.
2) Sin
embargo, el conjunto de tales trayectorias convergen hacia ciertas estructuras
geométricas, los atractores, que si bien no permiten la predicción del sistema,
sí lo confinan en ciertas regiones de comportamiento dentro del espacio de las
configuraciones. Existen numerosos atractores hallados en diferentes tipos de
sistemas, tales como el atractor de Lorenz, el de Chua, el de Rossberg, etc.
3) Los
atractores presentan un tipo de geometría denominada fractal, en la cual el
número de dimensiones deja de ser entero para volverse racional. Los fractales
forman figuras muy bonitas, como por ejemplo árboles, o pueden ser más simples.
4) Los
atractores presentan a su vez la propiedad de invariancia de escala, esto
significa que la apariencia del fractal se repite cuando tomamos un trozo de él
y a medida que vamos ampliando en regiones más pequeñas del fractal, la
apariencia sigue repitiendo la estructura de todo el fractal. Desde el punto de
vista matemático, esta auto repetición ocurre infinitamente en todas las
escalas posibles.
Sin embargo,
cuando se han estudiado sistemas complejos, donde se observa un número elevado
de componentes interactuando entre sí y se han aplicado las propiedades de los
componentes individuales, las investigaciones arrojaron que el comportamiento
del sistema no se deduce de las leyes individuales a las cuales obedecen los
componentes. Esto implica la aparición de nuevas leyes de los ensembles,
resultado de las interacciones, y propias del ensemble, que no tienen que ver
con el comportamiento de los individuos. A estas nuevas leyes se les llama
propiedades emergentes.
Los sistemas
complejos con sus leyes emergentes tienen parecidos con el comportamiento de
los sistemas dinámicos en condiciones de caos, no obstante, parecería que con
ciertas diferencias.
1) En
particular, sistemas como el cerebro, o los sistemas ecológicos, o el
transporte aéreo, por ejemplo, muestran que la propiedad uno de los sistemas
caóticos se transforma en ellos en un apartamiento de las evoluciones, dadas
condiciones iniciales muy próximas, de acuerdo a leyes de potencias, y no
exponencial. Esto implica que, si bien las trayectorias divergen, lo hacen más
lentamente, permitiendo una predicción del comportamiento del sistema a más
largo plazo.
2) Una
propiedad de los sistemas complejos parece ser la independencia de las leyes de
interacción de los componentes individuales, sino la aparición de leyes propias
del conjunto de interacciones de los elementos, independientes del carácter de
tales interacciones. Esto podría implicar, en particular, que el conocimiento
de las leyes de los componentes elementales de la naturaleza (leyes físicas y
químicas) no determinan en absoluto el comportamiento de los conjuntos de
muchos componentes.
3) Los
sistemas complejos parecen evolucionar en condiciones próximas al caos, esto
es, en la frontera del caos, por tal motivo no se les aplican directamente las
leyes de los sistemas caóticos, sino que presentan comportamientos propios más
“estables”.
4) Al
igual que los fenómenos caóticos, los sistemas complejos presentan la propiedad
de auto organización, o sea, a partir de las relaciones entre individuos, si
bien estas son locales, se originan estructuras globales que le dan estabilidad
al sistema, siempre bajo la hipótesis que estos estén funcionando en
condiciones “próximas al caos”. La auto organización de los sistemas complejos
originaría las propiedades emergentes de los mismo, propiedades independientes
de los individuos originadas en su interacción global, ni siquiera en las
interacciones particulares de los mismos. El carácter autoorganizador que
presentan los sistemas complejos parece estar más determinado por el carácter
de complejo, que por los elementos constituyentes mismos.
Un primer
elemento que surgió es que ya no es posible, cuando de investigar y descubrir
el comportamiento de un sistema complejo se trata, manejarse con dos variables
por vez, dado que en estos sistemas el número de individuos puede ser enorme y
las variables de interacción también, a su vez. No obstante, un primer atajo en
el camino es encontrar las propiedades emergentes del ensemble independientes
de las variables individuales, esto es, las propiedades propias del sistema
complejo, sea este del tipo que sea. Y ese camino podría llevar a la
comprensión del “cambio de escala”, o sea, al comportamiento de grandes
conjuntos de individuos que podría ser, así, nuevo, emergente, e independiente
del carácter de las interacciones entre ellos. Sin embargo, esto debería ser
una conclusión del estudio de innúmeros sistemas complejos, más que una premisa
en la investigación de los mismos. Tales leyes podrían llevarnos, entre otras
tantas cosas, a comprender el funcionamiento de nuestro propio cerebro, ni más
ni menos. Y ese tal vez sería un logro sin parangón.
La ciencia
de los sistemas complejos hierve de investigadores, investigaciones e ideas, y
continuamente nos está dando nuevas conclusiones que aumentan nuestra capacidad
de comprensión de la evolución de aquellos sistemas que nos componen y que nos
permiten seguir vivos.
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