Comportamiento cuántico y
comportamiento clásico
¿Qué es un objeto
cuántico?
Un objeto
que obedece las reglas de la mecánica cuántica y que, por lo tanto, obedece al
principio de incertidumbre de Heisenberg, que establece que el producto de la
incertidumbre en la medida de posición y la correspondiente medida de cantidad
de movimiento siempre es mayor que la constante de Planck dividido por cuatro
pi, y cuya evolución en el tiempo queda descrita por la función de onda psi,
resultado de la solución de la ecuación de onda de Schrödinger[1],
para el caso de un objeto que conserva la energía, o la raíz de menos uno por
la constante de Planck sobre dos pi multiplicados por la derivada de psi con
respecto al tiempo resulta ser igual al hamiltoniano por psi. Donde el operador
hamiltoniano, que representa al operador de energía del sistema cuántico, es
igual a menos la constante de Planck al cuadrado sobre ocho por pi al cuadrado
y por mu (la masa del sistema) multiplicados todos ellos por el cuadrado del
operador de segunda derivada parcial respecto a los ejes de posición y sumado a
todo esto la energía potencial de la región, que dependerá de la posición,
obviamente, pero probablemente también del tiempo
en el caso
más general.
¿Y cuáles son los objetos
cuánticos?
En principio
todos, desde las partículas sub-atómicas y resonancias o partículas elementales
(como quarks, leptones, muones, etc.) hasta el Universo mismo, el cual podría
ser descrito por una función de onda supergigantesca y
complicada, según algunos autores. O sea, en principio parece que toda la materia
es un objeto cuántico, descrito por una ecuación de onda cuyo cuadrado (en
realidad, el producto de su valor por su conjugado complejo es lo que
proporciona el cuadrado de la función de onda psi) representa la probabilidad
de medir un valor determinado de la propiedad.
¿Qué mantiene a los
objetos cuánticos siendo cuánticos, o qué los identifica como objetos cuánticos
en contraposición con los objetos clásicos, que obedecen a una lógica coherente
con las limitaciones impuestas por la Teoría de la Relatividad General?
En
principio, parecería que la coherencia. Esto es, objetos cuánticos que
interactúan pueden “entrelazarse” y de esa forma sus propiedades espaciales
sumadas dan una constante, de tal manera que cuando uno de ellos cambia el
valor de su propiedad espacial, el otro automáticamente cambia el suyo para que
la suma siga dando el mismo resultado, independientemente de la distancia que
los separe, lo que se conoce como violación de la localidad. Asimismo, estos
objetos entrelazados (sólo viable para objetos cuánticos) permanecen en un
estado de “superposición” de todos los estados posibles, en tanto sus propiedades
no son medidas (una especie de caos aleatorio), lo que implica que sus estados
no son “reales” en el sentido de que no existen previamente a la medición, lo
que se conoce como violación del realismo, evidentemente en contradicción con
los principios de la Teoría de la Relatividad General, que asume la existencia
de la realidad (o sea, de los estados de los objetos, previo a su medición).
¿Qué sucede entonces, con
los objetos “clásicos” a los que estamos habituados, cuya localidad y realismo
podemos verificar cotidianamente, si todos son objetos cuánticos?
Les sucede
el fenómeno de decoherencia. Esto es pérdida de la coherencia, lo que sucede
con la interacción del objeto con su entorno y hasta con el mismo observador
(instrumento de medida). Aún cuando un objeto cuántico esté aislado por
completo del entorno, la sola interacción de un fotón entre él y el observador,
rompe la coherencia y lo desploma hacia un comportamiento local y realista, o
sea, clásico.
[1] La derivada segunda de psi con respecto a la
posición, x, es igual al producto de ocho por pi al cuadrado, por la masa, por
psi, por la diferencia entre la energía total y la energía potencial de la partícula,
dividido por el cuadrado de la constante de Planck.
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