Nuestro conocimiento de la Física y el Universo en el siglo XXI
Nuestro conocimiento de la Física y el Universo en el siglo XXI
Desde la aparición de
la materia oscura como necesidad de explicar el movimiento de las estrellas en
la galaxia y la aparición de la energía oscura para explicar por qué el
Universo parece desgarrarse acelerando su expansión en lugar de frenarla, hasta
las observaciones recientes del James Webb de galaxias maduras y agujeros
negros supermasivos, cuando en realidad deberían estar empezando a formarse las
primeras estrellas en el Universo, de acuerdo a nuestra comprensión del cosmos
derivada de la hipótesis del Big Bang, todo nos está indicando que:
1) sólo somos capaces
de describir con fundamento la existencia del 4-5% de la materia existente;
2) que tal vez la
Física que hemos desarrollado pensando en la existencia de sólo cuatro
interacciones fundamentales a esta altura ya es totalmente insuficiente;
3) que la hipótesis
fundamental de la cosmología, la uniformidad e isotropía del Universo a gran
escala es una falacia;
4) que las partículas
que creemos fundamentales no lo son;
5) que nuestros
cálculos de la edad del Universo parecen estar completamente errados;
6) que nunca hemos
podido resolver la contradicción de los 120 órdenes de magnitud, error
catastrófico sobre lo que creemos que es el vacío;
7) que lo que creíamos
era la constante de Hubble no es ni tan constante y ni siquiera unitaria.
Podemos afirmar,
entonces, con alto grado de confiabilidad, que lo que sabemos sobre la Física y
el Universo es... prácticamente nada.
1) ¿Qué es mejor?
a) Saber poco y no saber que
sabemos muy poco.
b) Saber poco y creer que
sabemos mucho.
c) Saber poco y ser
conscientes de ello.
d) No saber nada y ni
siquiera entender que no sabemos nada.
e) No saber nada y creer que
sabemos.
f) No saber nada y asumirlo.
2) ¿En qué situación cree
que estamos?
3) ¿En qué situación se cree
usted?
El punto es que hemos construido una imagen del cosmos
y de sus componentes fundados en un pensamiento que utiliza los conceptos como
única forma de comprensión racional de lo que nos rodea. Esto ha sido útil, por
qué negarlo, mientras tuvimos que sobrevivir y enfrentar el medio para
adaptarnos y poder procrear una descendencia, razón última de la vida,
aparentemente. Sin embargo, también deberíamos asumir, tener claro, que los
conceptos, ideas, teorías, generalizaciones, etc., que se forman a partir de estos
mecanismos del pensamiento, no son más que la imagen del cosmos que formamos en
nuestra “cabeza”, o sea, son el cómo vemos nosotros el cosmos y sus relaciones
y componentes. Es decir, esto es ni más ni menos el cómo nos representamos esa
comprensión nosotros, basados en nuestros sentidos y nuestra capacidad de
abstracción, pero jamás es el cosmos mismo y mucho menos sus componentes y
relaciones. Asumimos que nuestro pensamiento, nuestra manera de entender, es
capaz de comprender el Universo en su conjunto tal cual es y esa es una
extrapolación cuya veracidad no está comprobada. Asumimos que nuestra noción de
una unidad última en el Universo, bajo toda esa aparente y no tan aparente
diversidad y dinamismo, es no sólo factible, sino cierta, real, objetiva.
Pero tal vez no sea así. Quizás nuestra premisa sea la
equivocada. O quizás no, quizás sólo nos suceda que aún no alcanzamos el
suficiente desarrollo de la inteligencia que nos permita comprender esa
diversidad-unitaria. En realidad, podría estar bien, o mal nuestra premisa, y
deberíamos ser capaces de ponerla en tela de juicio y seguir buscando en
nuestro pensamiento las nuevas formas de comprensión que aún nos faltan. Tal
vez nos faltan, tal vez, no.
No es negar lo que sabemos, sino sólo intentar ponerlo
en su justo lugar, ser capaces de detectar nuestra finitud de comprensión y
sabiduría, única forma de extenderla más allá, hacia donde todavía no sabemos
qué es, qué hay, cómo es y por qué. No hemos de negar nuestro saber, pero
debemos asumir sus límites para intentar expandirlo, si es que eso es posible.
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