1.1    Más sobre el punto

 

Creo que alguna vez les hablé del punto. Creo que ahí está el origen de todos los males de la humanidad.

El punto es el origen de la geometría, toda la geometría se fundamenta en una verdad aceptada por todos, una hipótesis inomprensible, pero innegable, el punto.

¿Pero qué es?

Bueno, si lo vamos a definir podríamos decir que es un pedacito de nada, un algo inexistente, pues no ocupa sitio en el espacio, aunque sirve para definirlo, pues el espacio no es otra cosa que una miríada infinita de puntos ocupando los sitios que, de esa forma, con el punto, son identificables mediante una cantidad más o menos determinada de números llamados coordenadas.

Sin embargo, el punto mismo no ocupa nada, pues no tiene largo, ancho, altura, duración, nada, dado que antes que el punto nada de eso existe.

Bien, pero entonces, ¿cómo puedo afirmar que una sucesión infinita de puntos originan una recta? Es más, si corto la recta en dos partes para obtener un segmento de recta, también tengo infinitos puntos en ese segmento (claro, cómo pensar que algo que ocupa un pedazo de alguna dimensión, como lo es un segmento de recta, puede estar compuesto por una cantidad finita de nadas –puntos-, necesariamente tiene que ser un número infinito de nadas, pues por algún motivo desconocido reconocemos que si tengo una cantidad infinita de lo que sea, pues deberá ser por lo menos “algo”).

Pero, en realidad, una sucesión infinita de nadas me sigue dando nada, pues los “pedazos” de nada, nada cambian, no pasan a ser entes por juntarse muchos, pues individual y colectivamente siguen siendo nada.

Y cuando los físicos se dieron cuenta de eso, que estaban dándole propiedades a la nada, dijeron “hay que construir algo”, y ese algo fueron las teorías de cuerdas y la teoría M como su máxima expresión, aún sin resolver, pero prometedora. Y digo prometedora porque, tal como las teorías de cuerdas (incomprobadas, obviamente) asume que nada se construye a partir de la nada, sino de una unidad mínima, probablemente elemental, del espacio-tiempo (o de la cantidad de dimensiones que sean necesarias, pues tal vez nuestra ineficacia sensorial nos limita amargamente a estas cuatro dimensiones totalmente insuficientes para entender lo que pasa alrededor nuestro, o sea, en el Universo, independientemente de que haya uno o infinitos).

Esta titánica tarea de superar nuestra limitación sensorial es la que emprendieron los físicos hace ya más de cuarenta años. Y no, no es fácil llegar a encontrar resultados satisfactorios, dado que tales resultados no pueden ser solamente producto de las ecuaciones matemáticas obtenidas, sino también de comprobaciones prácticas de que tales ecuaciones son veraces.

Lo cierto, es que el reinado del punto está en duda y felizmente en duda, para sacarnos de una vez por todas la falsa idea de que la simplificación de los problemas eligiendo las variables a investigar es la forma de llegar al conocimiento. Pues no, la naturaleza llega entera a nosotros, se nos presenta completa y su comprensión así debe ser también, so pena de seguir viviendo en una burbuja falsa de destino incierto.

 

 

Bueno, pero si la unidad básica de la geometría no es algo adimensional, el punto, entonces ¿qué es? Por lo pronto debe ser algo que sí ocupe lugar en el espacio, que luego debería ser construído por la unión de miríadas de infinitas unidades así construidas, tautológicamente. Porque, vamos a entendernos, si la unidad geométrica es algo que ocupa un “algo” dimensional, entonces el espacio que se construye a partir de esa unidad geométrica existe previamente a su unidad constructora, lo que representa una tautología, como el huevo y la gallina. Sabemos que ambos existen (tenemos pruebas sensoriales y experimentales concretas que es así), pero no podemos “abrir” ese círculo gallina-huevo-gallina, pues sin uno, no existe la otra. Pero entonces, ¿dónde empezó? Porque en algún punto tuvo que empezar. En el caso del huevo y la gallina el problema es simple, algún animal “no gallina” puso un huevo del que nació la primera gallina y esta luego continuó la genealogía produciendo huevos que, de todos modos, resulta complejo aceptar ya que para que la gallina ponga huevos que den a luz nuevas gallinas, estos deben ser fecundados por un gallo, lo que nos agrega un nuevo participante en la cadena huevo-gallina-huevo, complicación esta para nada soslayable. Pero este problema es notoriamente más simple que el del punto o no punto como origen de la geometría, pues en este caso estamos pensando en el origen y existencia del ambiente mismo en el cual la materia existe, lo que simplificadamente denominamos espacio-tiempo. Creo firmemente que en nuestro caso, pensar en el elemento origen de la geometría sin tener en cuenta la materia que le da sentido a su existencia, no es posible.

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