Alguna reflexión sobre el once de febrero
Hace un siglo Einstein predecía que,
en determinadas circunstancias, podrían producirse “ondas
gravitacionales”. Estas son oscilaciones del espacio-tiempo, marco
dentro del cual convive la masa y la energía, o sea, la materia.
Esas circunstancias eran ciertos tipos de interacciones entre objetos
cuya densidad de energía debía ser enorme, tal el caso de agujeros
negros que se aproximaran lo suficiente para rotar uno alrededor del
otro, o tal vez, aunque de menor magnitud, estrellas de neutrones que
lo hicieran. Tales rotaciones, debido a sus increíbles masas,
originarían inestabilidades ondulatorias del espacio-tiempo,
mientras los objetos terminaran colapsando en un estallido
monumental, el chirp. Realmente, aún para un físico, tal cosa
parecía casi ciencia ficción.
El once de febrero de 2016, luego de
veinticinco años de búsqueda y trabajo silencioso (y oneroso), la
colaboración internacional LIGO comunicó, en un acto lleno de
alegría por el corolario, la detección simultánea de la fusión de
dos agujeros negros y las ondas gravitacionales por ellos producidas.
Un momento histórico, sin duda culminante para esos cientos de
investigadores que durante décadas trabajaron y dedicaron su vida a
demostrar algo que para muchos no sería más que una loca fantasía.
Entre las indeterminadas consecuencias
y corolarios que semejante descubrimiento pueda significar, quiero
detenerme en una, solamente. Esta es una prueba irrefutable y
poderosa del poder de predicción y del grado de confiabilidad de la
Teoría de Relatividad General (TRG). Y eso no es un dato menor, o
que pueda soslayarse.
El dieciséis de enero del mismo año,
2016, Stephen Hawking junto Perry y Strominger publicaron un artículo
que aún se debate, proponiendo un camino hacia la solución de la
paradoja de la información. Precisamente, este es uno de los
problemas que tiene en jaque a la TRG y la Teoría Cuántica, pues de
acuerdo a lo que sostienen algunos físicos teóricos, la solución a
este problema implica que, o bien es cierta la TRG, o bien es cierta
la Teoría Cuántica, pero según ellos es inevitable que haya que
deshacerse de una de ellas. La solución propuesta por HSP no
prescinde de ninguna de ellas, sino que propone solamente un cambio
de punto de vista, al no aceptar ciertas “asunciones” a priori.
En síntesis, por ahora, a más de cien
años, la TRG sigue en pie y sus predicciones continúan
verificándose, y Einstein continúa sorprendiéndonos y
aleccionándonos.
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